jueves, 10 de julio de 2008

ACERCAMIENTO

(GRAN VÍA, CALLAO, PRECIADOS, EL CARMEN, SOL, GRAN VÍA)


Madrid huele a mierda y a tienda de lujo. Madrid huele a betún de limpiabotas y a periódico del día, huele a cine cerrado, a vino pobre y a croquetas de bacalao. Madrid huele a todo y más, es por eso que Madrid, huele sin más. Hay días en los que Madrid huele bien, siendo la mayoría en invierno y días en los que Madrid apesta, huele a humanidad, sobre todo en las venas subterráneas del Metro. Pero Madrid, no solo huele.


Madrid se abre y se cierra por sus puertas, las de Alcalá, la de Toledo y las que no son las de Alcalá ni las de Toledo.
Madrid, se bebe por sus bares, por sus cafés, por sus pubs y se deshidrata por su principal río y por los acuíferos que por arte de magia, sustentan el peso de la ciudad.
Madrid, cultiva la lectura o la escritura, y se lee o se escribe por sus carteles, por sus anuncios, por sus pintadas en las puertas cerradas de los cines, en los muros tapiados, en el aire...

Madrid suena, suena a soxofón viejo, a acordeón de terraza de verano, a concierto de cámara en plena calle, respaldado por maniquíes de Zara.
Madrid, no son siluetas ni espejismos, Madrid son pobres pidiendo en las rebajas de esos ingleses grandes almacenes, son estatuas como la del Oso y el Madroño, o la de Carlos III, más tantas otras anónimas que lo pueblan para comer. Guiris haciéndose fotos, negros vendiendo el top 10 del top manta, pobres que abandonan su carton en el suelo y deja dos perros de guardia, en la puerta de una iglesia, y un aficionado a la fotografía que roba el tiempo, el espacio, la vida, o parte, a su ciudad.

En este primer acercamiento, Madrid, es un cruce de vías. Un cruce de vidas y un contrabajo tumbado en el suelo.